Un espíritu de unidad en tiempos difíciles

Sant Rajinder Singh Ji Maharaj

A medida que todos nos unimos para enfrentar una pandemia mundial, es hora de reflexionar internamente y abrazar a toda la humanidad como una sola.

Nuestro mundo necesita la unidad humana. Estamos conectados unos con otros por el hilo de seda del amor, y esa es la esencia de la existencia humana. En nuestros hogares, familias, sociedades y ciudades, hay una necesidad de unirse y abrazarse unos a otros en un espíritu de amor, tolerancia y unidad. Hacerlo puede ayudar a traer la paz a nuestros hogares, vecindarios, comunidades y al mundo en general.

¿Cómo vivimos la unidad humana? No basta con decir a los demás que practiquen la unidad y la paz; debemos vivirla nosotros mismos si queremos que nuestras palabras sean efectivas. He aquí algunas formas que han demostrado ser efectivas para hacer de la unidad una realidad:

Purificar nuestro corazón

El primer paso es asegurarnos de que nuestro corazón esté libre de cualquier odio y prejuicio hacia los demás, de quienes pensamos son diferentes a nosotros. Debemos desarrollar el verdadero amor por todos en nuestro corazón. Debemos eliminar los prejuicios y la discriminación de nuestro corazón y nuestra mente. Se dice que hablamos desde la abundancia de nuestro corazón.

Si sentimos odio hacia algún grupo, no podremos ocultarlo por mucho tiempo; está destinado a salir de nuestros labios o a mostrarse en nuestro rostro. Nuestras acciones hablarán aún más fuerte que nuestras palabras. Por lo tanto, la unidad humana comienza con la purificación de nuestro corazón de cualquier animosidad hacia los demás.

Cuando purificamos el interior de nuestro corazón de cualquier prejuicio y mala voluntad hacia los demás, entonces Dios puede residir allí. Dios es amor. Dios lo abarca todo y abraza toda la creación como una familia. Ese amor entrará en nuestro corazón cuando lo mantengamos limpio de cualquier pensamiento negativo hacia los demás.

Cuidar nuestras palabras

Luego, vivimos la unidad humana asegurándonos de que nuestras palabras expresen aprecio y tolerancia por todas las personas. Necesitamos vigilar nuestras palabras para no dañar a ningún corazón. ¿Nuestras palabras causan división o unen a las personas? Las palabras amorosas y afectuosas que hacen que las personas se sientan cómodas unen a las personas. Necesitamos convertirnos en ejemplos vivos de palabras dulces y amorosas.

Vivir la unidad por medio de nuestras acciones

Todos los días debemos hacer elecciones. ¿Vamos a tomar decisiones que separen a la gente o que la unan? En el trabajo, a menudo tenemos que participar en comités o tomar decisiones sobre políticas. ¿Nuestras voces promueven políticas que muestran amor y tolerancia hacia los demás, o incurren en más prejuicios y discriminación?

En cada oportunidad que se presente, debemos inspirar a las personas con las que trabajamos a tomar decisiones y acciones que promuevan la paz y la unidad.

Meditación y unidad humana

Uno de los métodos más efectivos para hacer de la unidad humana una realidad viviente en nuestro corazón es por medio de la meditación. Pasar tiempo diariamente en meditación silenciosa nos ayuda a estar en comunión con nuestro verdadero ser y con el Poder divino que nos creó.

Esos momentos están llenos de bienaventuranza, paz y amor. Al entrar en el santuario interior de nuestro corazón, encontramos que hay Luz dentro de nosotros.

Esa Luz es la Luz del Creador. Nos damos cuenta de que la misma Luz que está en nuestro interior está en todos los demás seres humanos. Comenzamos a reconocer esa Luz en los otros. Entonces las diferencias externas que nos separan comienzan a disolverse. Vemos una Luz expresada por muchas cubiertas externas diferentes, cada una hermosa a su manera. Comenzamos a ver todas las formas de vida como una sola.

Cuando empezamos a sentir amor por todos, se produce una transformación en nuestro interior. Nuestro comportamiento hacia los demás cambia. Nos volvemos pacíficos en todas nuestras relaciones. Comenzamos a tener comprensión y compasión hacia la idiosincrasia y los hábitos de los otros. Dejamos de criticar a la gente en nuestra mente. Primero, nos damos cuenta de que están limitados por los velos de la ignorancia y la ilusión de este mundo. Sabemos que en lo profundo de ellos está el alma, una parte de Dios, que es solo su mente y su estado de ignorancia espiritual lo que hace que se comporten como lo hacen. En segundo lugar, estamos tan inmersos en el amor de Dios y en la bienaventuranza que nos impregna, que no queremos ser distraídos de ese estado de éxtasis por pensamientos mezquinos de los demás.

Verdadero estado de felicidad

Criticar a los demás en nuestros pensamientos solo nos aleja del estado de felicidad que la unión con Dios nos trae. Como nuestros pensamientos estarán llenos del amor divino de Dios, nuestras palabras se volverán dulces y amorosas. No diremos nada desagradable a nadie. La gente que se acerque a nosotros encontrará solo palabras de amor y bondad. Nos volveremos sensibles al corazón de los demás y no les desearemos ningún daño. Finalmente, nunca haremos nada que dañe físicamente a nadie. No seremos violentos con nadie. Incluso tendremos consideración por la vida de los animales. Cuando esto suceda, estaremos viviendo verdaderamente la unidad humana en nuestra propia vida.

Reimpresión de The Sunday Standard Magazine (Domingo, XNUMX de mayo de XNUMX).


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Dra. Natalie Santiago, MD
El Dr. Santiago es un pediatra certificado por la junta de origen vegetal con más de 13 años de experiencia en salud comunitaria. Vegetariano durante 32 años y vegano durante 8, el Dr. Santiago se dedica a ayudar a las familias a transformar su salud y sus vidas con una dieta nutritiva, deliciosa y basada en plantas.

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