El miedo es una respuesta natural a lo desconocido, pero ¿alguna vez ha notado que en situaciones inciertas su mente tiende a amplificar su miedo imaginando el peor escenario en lugar del más probable?
Pruebe este experimento: piense por un momento en algo que le preocupa. Dibuje una línea entre los dos resultados más extremos. Por ejemplo, si me preocupa que me despidan de mi trabajo, en un extremo de la línea escribo "No me despiden" y en el otro extremo, "Me despiden por mucho tiempo". Considere cuál de los dos polos es el más probable, o ¿cuál es la consecuencia más probable en algún punto intermedio? La mente se aferra del peor resultado como una forma de prepararnos para el peligro, aun cuando hay muchas maneras en que las cosas pueden funcionar. La preparación y el razonamiento funcionan en situaciones en las que tenemos control, pero, en situaciones en las que no lo tenemos, preocuparse no nos ayuda a lidiar con el problema de mañana: nos quita la paz de hoy.
¿Cuál es la respuesta a la tendencia de la mente a involucrarse en preocupaciones improductivas? Tengo dos sugerencias, y ambas tienen que ver con domar la mente fuera de control:
- Lo primero es detener a la mente tan pronto empiece a rumiar.
Como una bola de nieve que rueda cuesta abajo, se hace más grande cuanto más tiempo la dejamos ir. Son estos pensamientos los que crean miedo más que la situación en sí. Podemos detener la mente haciendo una pausa, tal vez diciendo un mental, "¡Alto!" Con los pensamientos acelerados interrumpidos, tenemos una conversación racional con nosotros mismos, discutiendo las conclusiones catastróficas que crea nuestra mente e instando a nuestra mente a considerar las consecuencias más probables, no las más terribles.
- La segunda solución es calmar la mente por medio de la meditación.
La meditación es un proceso en el que cambiamos nuestro enfoque de nuestros pensamientos repitiendo un mantra mental, el nombre de Dios o una palabra tranquilizadora como "serenidad" o "amor". Para practicar la meditación, siéntese muy quieto con los ojos cerrados y mire fijamente en medio de la oscuridad frente a usted, sin prestar atención a la respiración o al cuerpo debajo. Trate de mirar suavemente como si estuviera viendo una pantalla de televisión. No ejerza presión sobre sus ojos o frente. Cuando se distraiga con los pensamientos, simplemente vuelva a mirar al centro y continúe repitiendo el mantra elegido. Si te sientas en silencio durante solo diez minutos, comenzarás a experimentar emociones positivas, y este efecto aumenta cuanto más practicas.
Las emociones positivas contrarrestan los sentimientos negativos como la ansiedad. Además, a medida que nuestros pensamientos disminuyen, no le estamos agregando combustible al fuego de nuestros miedos. Según investigaciones, cuando estamos en paz, es más probable que pensemos en soluciones constructivas a nuestros problemas, mientras que el miedo tiende a reducir nuestra creatividad y crear una visión de túnel.
Tendemos a confiar en la acción y el pensamiento para resolver los problemas de la vida, pero cuando tenemos poco control, quizás el mejor consejo sea: “No se limite a hacer algo; ¡siéntese quieto!"
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